miércoles, 29 de agosto de 2012
martes, 28 de agosto de 2012
Sin saber jugar, volé
Por primera vez me encontraba sólo
explorando el barrio. Esa tarde hacía tanto calor que tuve que ir a dar un
paseo, y tuve que escaparme para hacerlo. Costó bastante tomar la decisión,
hace unos meses que Juan dejaba la ventana abierta pero nunca me había animado, hasta ayer.
La calle me pareció tan grande. Era
algo difícil de explicar lo que estaba sintiendo. El aire fresco me rosaba y me
decía algo así como que había cruzado una línea, había abierto una barrera que
nunca más iba a poder cerrar. Pero dejé de pensar, para poder disfrutar.
De un par de cuadras constaba el recorrido
que me permití realizar. No quería tardar, ya que el plan era llegar antes que
Juan. Iba muy tranquilo mirando a la gente que pasaba, hasta que de pronto me
choqué con un árbol. Quizás el golpe fue lo de menos, pero agarrarme
desprevenido hizo que me cayera al piso sin poder moverme.
No sé cuánto tiempo estuve en el suelo,
pero en un momento comencé a tratar de levantarme aunque no lograba hacerlo. De repente, llegó ella corriendo. Radiante. Había algo en su sonrisa que me inspiró confianza.
Dejándome llevar por la situación, y sus ojos, me entregué a la ayuda que me
brindó.
Me llevó a su casa. Tenía un fondo con
un parque inmenso. Me recostó sobre el pasto y comenzó a inspeccionarme. Me
daba vueltas de acá para allá sin omitir sonido. Estaba tan nervioso que
se me escapó una palabra y dije “Juan”. Ella me miró sorprendida de que pudiera
hablar y me insistió para que lo repitiera. Yo, que quería entrar en confianza, volví
a decirlo como veinte veces más, hasta que me invitó a jugar con ella.
¿Jugar? No tenía idea de lo que era
eso. Lo único que yo hacía era mirar por la ventana a la gente y repetir lo que
me decían. Pero a ella se ve que no le importó y comenzó a ponerme sobre la
cabeza hojas de parra, de a ratos me tiraba pasto y luego me acariciaba. En un
momento al grito de “mamá” vino una señora con una cosa cuadrada, le dijo que
se quedara quieta y que me tomara en su brazo, y mágicamente se prendió una luz
que duró un instante. Después se fue y nunca más la vi.

miércoles, 22 de agosto de 2012
.
Nos enfrenta. No nos quiere juntos.
Esto me entristece, me duele, pero lo tengo que aceptar. La
barrera que te pongo a veces la pongo sólo por obligación.
Vos tan brillante, yo tan débil.
Vos tan grande, yo tan chiquita.
Condenados a vivir tan lejos. Cuando siento un poco de tu
calor mi cuerpo cambia la temperatura, pero enseguida me acuerdo que tengo que alejarme,
porque nuestra conexión es peligrosa.
Se aproximan las estaciones más gratificantes y debo darte
la espalda. Ya no es lo mismo comenzar el día sin tu caricia. No es igual vivir
sin tu luz. Esa única, incomparable y necesaria.
A pesar de todo es la realidad, la voy a tener que aceptar y
comenzar un nuevo estilo de vida. Ocultándome y esquivándote todo el tiempo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)