lunes, 1 de octubre de 2012

La isla


    Si me miro al espejo veo el mar. Un mar profundo, donde el agua es transparente y cálida. Donde hay algas rojas que se cruza entre las costas de pastos negros.

En el medio se encuentra una isla. Tierra marrón oscura, que nace con el comienzo de un nuevo día. A veces es tan pequeña que cabe un sólo alfiler, y otras veces, es inmensa y puede albergar los recuerdos más maravillosos.

El problema es cuando llueve. El mar se hace más salado y comienzan las olas que no dejan ver. Hay que luchar contra la tormenta, en la que los truenos se asemejan a gritos y los relámpagos a decepciones.

Muchas personas visitan la isla, pero sólo pocas pueden quedarse allí. Hay quienes anclaron en ella y otros le sacaron solo una fotografía.

Si continuo mirándome al espejo puedo ver que hay un puente. Diminuto puente que conecta esta isla con otras. Puente que se crea en un instante, en un parpadeo. Pero hay que ser muy hábil para verlo y no dejarlo pasar por alto.

En el momento en que se materializa el puente, deja de haber isla para pasar a ser archipiélago, que luego es continente, para después ser mundo y volver a ser tierra.

Tierra blanda que cambia y crece. Une y separa. Que mira y no puede ver. 

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